Vi la semana pasada en Cuarto Milenio
un reportaje sobre una criatura espeluznante, terrorífica y cuya
existencia está probada. Esta alimaña vive dentro de cada persona,
aunque es en los emprendedores, los que en otra época se denominaban
autónomos, en quienes se hace más grande, oscura y poderosa. Este
ser tiene un nombre cuya pronunciación abre puertas al averno, por
eso habitualmente se le conoce como
“El-Proveedor-Que-No-Debe-Ser-Nombrado”, y sus efectos
devastadores se conocen como “LA COSA”.
Cada vez son más los propietarios de
pequeños negocios que se derrumban cuando le preguntan cómo va La
Cosa, es tanta la presión y la insaciable voracidad del susodicho
bicho que la más mínima referencia genera lágrimas y reabre
heridas que nunca llegan a cicatrizar. Sin ninguna duda, el mayor
problema es el estigma social que deben soportar quienes padecen los
efectos de La Cosa, puesto que no hay centros ni asociaciones de
Deudores Anónimos.
Tenemos que integrar a estas personas
en la sociedad, y hacerles ver entre todos que La Cosa es algo que le
puede pasar a cualquiera, que debe seguir luchando por sacar su
negocio adelante y como
Quien-Nosotros-Sabemos-Que-Va-A-Tardar-En-Cobrar también se verá
afectado por La Cosa en cuestión de semanas, la criatura crecerá e
incluso podría llegar a reproducirse si se firma un despido después
de las 12:00.
Ya se ha llamado a numerosos brujos y
chamanes para que cure La Cosa y que por fin ésta vaya bien. Se
recurrió a varios mediums expertos en hacerse diplomas en Power
Point acreditando su supuesta experiencia. Como el bicho es bastante
peligroso se avisó también a César Millán, quien le puso las dos
manos en el cuello de un trabajador del ICO intentando que éste se
tranquilizara y pudiera extender un crédito a un autónomo que
estaba empezando, aunque fue devorado por una montaña de impresos y
una avalancha de avales necesarios.
Finalmente, y como remedio totalmente
absurdo pero que aplaca los efectos de La Cosa por la inhibición
parcial del sentido del ridículo y de los convencionalismos
sociales, llamamos a los Cazafantasmas para que pusieran a todo trapo
la musiquita esa que tienen. Tomen nota, La Cosa con una sonrisa es
igual de peligrosa pero es menos mala.
Ana Ramos
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