Quizá por lo manido del asunto no sea
hoy el día más propicio para hablar de humor. O sí. El humor,
según Wikipedia, el DRAE y la Biblia consiste en el arte provocar
estertores en mandíbula ajena sin el uso de la “guantá” ni
ningún sucedáneo violento. Lo que más me gusta de esta definición
es que el Espíritu Santo, o en su defecto el negro que escribió la
Biblia, se atreviera a usar el vocablo “guantá” así, como
suena.
Lo bonito del humor es que acaba en r,
cosa sin la cual no sería lo mismo. Y tras este chiste utilizado
para bajar el nivel hasta un punto en el que sólo pueda ascender, me
pondré a repasar el panorama actual del humor.
Son bien conocidos los monologuistas, y
su afición por hablar de sus penas cuando les dejó su ex, cuando le
despidieron en el trabajo o cuando su madre les castigaba por hablar
frente al espejo. Pero no nos apiademos de ellos, mientras actúan
siempre tienen un cubata en la mano, y los que llevan una botellita
de agua para parecer sanos ¡mienten, es vodka! Otros desarrollan el
humor negro, cruel y fácil a la par que imaginativa forma para ser
odiados por aquellas personas para los que ciertas cosas son sagradas
y no se puede hacer humor sobre ellas. Para los indios sería humor
negro hacer chistes sobre la muerte de una vaca. Si haces bromas
sobre el río Ganges también sería humor negro. O si eres indio. O
si bromeas sobre el futuro de ese país.
El humor a veces consiste en tocar los
cojones de alguien con las dos manos. El realizador de TVE anoche en
la gala del Disco del Año estaba gracioso y se jugó incluso su
puesto de trabajo al encadenar el comicísimo video de Arias Navarro
anunciando la muerte de Franco, el videoclip del Dúo Dinámico de la
canción “Ya llegó el final del verano” y a los payasos de la
tele con su “+¿Cómo están ustedes? -Bieeen” Posiblemente tenga
que buscar trabajo donde Ana Pastor. La periodista, a la ministra le
queda trabajo para rato y para Rato, a no ser que un tecnócrata
ponga de ministro a Paco el Pocero.
Pero sin lugar a dudas, el mejor es el
Humor Lingüístico, que o bien aprendes a usar la lengua para
representar muñecos que tropiecen, o desmonta cualquier frase o
palabra para recomponerla. Si ves a las palabras como piezas de Lego,
cuando de verdad te harán gracia será cuando las pises descalzo.
Santiago Ñ. Ñíguez.
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