Suerte que el ser humano, y aún menos
el ser humano andaluz, no es nada supersticioso, si fuera de otra
manera tendríamos que hacer tantos rituales esta noche que los
cotillones no se llenarían hasta bien entrado el mes de febrero.
Hemos pasado de acabar con un excedente
de uva a tomar las doce uvas de la suerte con virutas de oro que
representan a cada mes del año que entra, así, como suena, sin
desnaturalizar las cosas ni nada. Lo de la ropa interior roja es una
falta de gusto tan grande que ha dado pie a que los jugadores de la
selección (masculina) absoluta de fútbol de España canten un
estupendo villancico.
Puede que los mayas no supieran el
motivo, pero ver a Paquirrín dando las campanada suena a sinónimo
de fin del mundo. Y que exista la posibilidad de que millones de
abuelas en España lo vean en lugar de la Primera tampoco parece
esperanzador. Vaya cuadro... ni Munch en “sus días del mes”.
Parece mentira que ya acabe el 2011, y
que inexplicablemente haya sido un año tan malo como el resto, con
la de gente que recuerdo que me deseó que tuviera un feliz año.
Tomen nota, no vale para nada los deseos. Esos buenas intenciones
deben demostrarse el día 6. O invitando a una copa cualquier día
del año, no es cuestión de hacer ascos a nada gratis.
La plaza del Sol estará llena esta
noche de no-indignados con gorros de fiesta, platos de lentejas como
cena y falta de vergüenza ante una cámara. Pues ala, disfruten bien
de lo que será la única concentración en la plaza del Sol que no
recibirán multas, quejas ni palos en mucho tiempo. Y los
comerciantes no se quejan de los que cogieron sitio en el 29 y llevan
tomándose las uvas en los ensayos desde entonces. Con gominolas y
eso, por hacer la gracia...
Pero sin ninguna duda lo más
importante de hoy son las fiestas. Esos fantásticos cotillones donde
todos los tíos, y sin ninguna explicación más que los demasiados
brindis de champán antes de salir, tienen la esperanza de pillar.
Más valdría que no salieran con bufandas, chaquetas ni trajes
siquiera, para que al menos pillasen una pulmonía. Que no es poco.
Y si lo que prefieren es quedarse con
su familia o quedarse en casa (o es su única opción), piensen que
hoy sólo hay congas descontroladas que lo mismo te atropellan y
luego se dan a la fuga. Un peligro. Una locura.
Ana Ramos
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