Uno de los peores efectos que el cambio
climático tienen en nuestra vida corriente es que ahora tenemos que
gastar más en decoración navideña para sentir que celebramos estas
fiestas. Antes al menos la nieve hacía parte del trabajo sucio:
colgaba guirnaldas, provocaba “accidentes”...
Me pregunto porqué con la alegría que
dan los cascabeles, los gorritos de Papá Noel y los absurdos
complementos de la bolsa de cotillón no lo extendemos al resto del
año. Y ya si agregamos la serpentina, el confeti y los farolillos,
nos valdría esa misma decoración para ferias y carnavales.
Quizá sea esa la forma de mantener
contenta a la gente durante todo el año. Contenta y ridícula, pero
contenta.
De hecho, Rajoy aconsejó hoy a Soraya
Sáenz de Santamaría que expusiera también esta medida para
reactivar la economía y que así la tijera que finalmente llevaba
pareciera una herramienta para recortar muñecos de papel y no los
presupuestos. De Guindos tropezó en el Consejo de Ministros y ahí
nuestro jefe del Ejecutivo tuvo que salir para reírse a gusto. Si es
que es un cachondo.
Otras cosas que nos anima de manera
especial son los árboles de Navidad. Eso, los aumentos de sueldo,
ligar, y el éxtasis, pero siendo realistas y legales, únicamente
aspiramos a decorar con bolas de los chinos, que no chinas, un árbol
de plástico. Más trabajosoado es el belén,
afición que derivaría en la actual construcción de maquetas de
castillos para el Warhammer, y que posiblemente recupere su prestigio
dado que será el único lugar donde puedan tener trabajo los
estudiantes de arquitectura. Esto también nos hace pensar en la
pésima calidad de la programación de la televisión en España.
Como nuestros Aytos siempre escuchan a
los comerciantes, para incitar al consumo irresponsable y con la
esperanza de que les caiga algo por Reyes, contratan servicios de
alumbrados navideños aunque no haya ningún tipo de luz en su
despacho. Aún nadie ha tenido las suficientes luces, y es que hacen
falta muchas, pero colocando las que sobran del belén por algunas
farolas se habría solucionado el problema. Y si no, que coloquen por
el pueblo trajes de lentejuelas de esos que algunas señoras
rellenitas se empeñan en llevar el 31, quitándole protagonismo a la
bola de la discoteca. Más ecológico, barato y hortera no puede ser,
así que habremos conseguido mejorarlo.
Santiago Ñ. Ñíguez
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