7 ene 2012

3x16 Frozen Food


Hoy, tal y como les anunció ayer Santiago, les presento una crónica gastronómica que os puede servir también como receta o consejos para las hambrientas noches de su piso de estudiante.
Y es que los tuppers como concepto alimenticio están claramente devaluados. Más mal que bien, todos somos capaces de sobrevivir en la jungla universitaria gracias al sr. Juan Roig, presidente de Mercadona y por tanto impulsor de la universalización de la marca Hacendado y a otros pioneros en la comida preparada barata y de una calidad más que aceptable. Sin embargo, más tiempo tienen los tuppers, preparados con más cariño al menos y que, estando congelados, pueden durar un cuatrimestre, como aquel tupper de arroz con hígado que metí en el fondo del congelador cuando llegué a Granada en septiembre y que sólo gastaré en caso de catástrofe nuclear.
Para una exquisita degustación de un tupper, se recomienda que la noche anterior se meta en la nevera, para la posterior puesta en un plato antes de ir a la facultad por aquello de que la temperatura de la comida envasada ascienda de manera gradual y no se rompa la cadena del frío de manera abrupta, lo que hace perder el sabor, principalmente a los potajes y pucheros, la comida preparada más preciada por los paladares que llevan más años fuera de casa.
Otra comida también muy valorada son las croquetas. La autoría de este plato siempre viene indicado, pues no son simplemente croquetas, sino “las croquetas de mi abuela”, o “las croquetas de mi madre”, como claro ejemplo de que desde las cuevas de Altamira los artistas han querido plasmar su nombre en su obra.
El mayor problema de este tipo de alimento no está en el sabor ni en la facilidad para prepararlo, sino en la logística y el almacenamiento, pues las madres quieren proveernos de más tuppers que comidas vamos a realizar hasta la próxima vuelta a casa, lo que deriva en la falta de espacio en el pequeño congelador de tu piso y en que en estos días tengas que comer tanto como en nochevieja si no quieres tirar nada. 
Y claro, la diferencia de intereses da lugar a situaciones como ésta, que pueden llegar a descomponer familias: Mi madre iba metiendo en la nevera el 63º tupper. Como no conseguía convencerla, le dije que me llevaría esos 63 tuppers pero sólo porque no podré llevármelos cuando esté en el extranjero. Metió otro tupper más y desde entonces no me dirige la palabra.

Mario Goti

1 comentario:

  1. profe de biología10 de enero de 2012, 20:40

    Feliz año puntillitas!! Jacinto, gracias por visitar el blog.
    Veo que seguís blogueando pero espero que no os quite tiempo para los estudios.
    Por cierto ¿cómo va la vida de universitarios? Me gustaría quedar alguna vez con vosotros ya que no pude estar en vuestra graduación.
    Contactar conmigo a través de mi blog o buscarme en facebook.

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