30 dic 2011

3x08 Nos falta la nariz de payasos.

Uno de los peores efectos que el cambio climático tienen en nuestra vida corriente es que ahora tenemos que gastar más en decoración navideña para sentir que celebramos estas fiestas. Antes al menos la nieve hacía parte del trabajo sucio: colgaba guirnaldas, provocaba “accidentes”...
Me pregunto porqué con la alegría que dan los cascabeles, los gorritos de Papá Noel y los absurdos complementos de la bolsa de cotillón no lo extendemos al resto del año. Y ya si agregamos la serpentina, el confeti y los farolillos, nos valdría esa misma decoración para ferias y carnavales.
Quizá sea esa la forma de mantener contenta a la gente durante todo el año. Contenta y ridícula, pero contenta.
De hecho, Rajoy aconsejó hoy a Soraya Sáenz de Santamaría que expusiera también esta medida para reactivar la economía y que así la tijera que finalmente llevaba pareciera una herramienta para recortar muñecos de papel y no los presupuestos. De Guindos tropezó en el Consejo de Ministros y ahí nuestro jefe del Ejecutivo tuvo que salir para reírse a gusto. Si es que es un cachondo.
Otras cosas que nos anima de manera especial son los árboles de Navidad. Eso, los aumentos de sueldo, ligar, y el éxtasis, pero siendo realistas y legales, únicamente aspiramos a decorar con bolas de los chinos, que no chinas, un árbol de plástico. Más trabajosoado es el belén, afición que derivaría en la actual construcción de maquetas de castillos para el Warhammer, y que posiblemente recupere su prestigio dado que será el único lugar donde puedan tener trabajo los estudiantes de arquitectura. Esto también nos hace pensar en la pésima calidad de la programación de la televisión en España.
Como nuestros Aytos siempre escuchan a los comerciantes, para incitar al consumo irresponsable y con la esperanza de que les caiga algo por Reyes, contratan servicios de alumbrados navideños aunque no haya ningún tipo de luz en su despacho. Aún nadie ha tenido las suficientes luces, y es que hacen falta muchas, pero colocando las que sobran del belén por algunas farolas se habría solucionado el problema. Y si no, que coloquen por el pueblo trajes de lentejuelas de esos que algunas señoras rellenitas se empeñan en llevar el 31, quitándole protagonismo a la bola de la discoteca. Más ecológico, barato y hortera no puede ser, así que habremos conseguido mejorarlo.

Santiago Ñ. Ñíguez

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