31 dic 2011

3x09 Que les sea leve el 2012


Suerte que el ser humano, y aún menos el ser humano andaluz, no es nada supersticioso, si fuera de otra manera tendríamos que hacer tantos rituales esta noche que los cotillones no se llenarían hasta bien entrado el mes de febrero.
Hemos pasado de acabar con un excedente de uva a tomar las doce uvas de la suerte con virutas de oro que representan a cada mes del año que entra, así, como suena, sin desnaturalizar las cosas ni nada. Lo de la ropa interior roja es una falta de gusto tan grande que ha dado pie a que los jugadores de la selección (masculina) absoluta de fútbol de España canten un estupendo villancico.
Puede que los mayas no supieran el motivo, pero ver a Paquirrín dando las campanada suena a sinónimo de fin del mundo. Y que exista la posibilidad de que millones de abuelas en España lo vean en lugar de la Primera tampoco parece esperanzador. Vaya cuadro... ni Munch en “sus días del mes”.
Parece mentira que ya acabe el 2011, y que inexplicablemente haya sido un año tan malo como el resto, con la de gente que recuerdo que me deseó que tuviera un feliz año. Tomen nota, no vale para nada los deseos. Esos buenas intenciones deben demostrarse el día 6. O invitando a una copa cualquier día del año, no es cuestión de hacer ascos a nada gratis.
La plaza del Sol estará llena esta noche de no-indignados con gorros de fiesta, platos de lentejas como cena y falta de vergüenza ante una cámara. Pues ala, disfruten bien de lo que será la única concentración en la plaza del Sol que no recibirán multas, quejas ni palos en mucho tiempo. Y los comerciantes no se quejan de los que cogieron sitio en el 29 y llevan tomándose las uvas en los ensayos desde entonces. Con gominolas y eso, por hacer la gracia...
Pero sin ninguna duda lo más importante de hoy son las fiestas. Esos fantásticos cotillones donde todos los tíos, y sin ninguna explicación más que los demasiados brindis de champán antes de salir, tienen la esperanza de pillar. Más valdría que no salieran con bufandas, chaquetas ni trajes siquiera, para que al menos pillasen una pulmonía. Que no es poco.
Y si lo que prefieren es quedarse con su familia o quedarse en casa (o es su única opción), piensen que hoy sólo hay congas descontroladas que lo mismo te atropellan y luego se dan a la fuga. Un peligro. Una locura.

Ana Ramos

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